Capitulo 2
La vida
Alguna vez había escuchado que cuando una fuerza imparable
se encuentra contra un objeto inamovible, ambos se rinden.
Más o menos este era el caso. Si bien la vida es eso que
pasa mientras estas tentando tu suerte, preguntándote que chingados estás
haciendo con esa pistola y como es que siempre te tiembla la mano la primera
vez que apuntas un arma contra un infeliz, tal vez igual de jodido que tú.
Disparas, suena el estruendo, recorre tu mano hasta tu
antebrazo y de cómo este revienta tus tímpanos y nubla tu vista, pero de
repente ya está un hijo de puta menos en el mundo, solo queda el olor a pólvora
y a sangre.
Inexplicablemente eso te hace sentir tranquilo, es difícil
admitirlo pero somos animales, unos más salvajes, astutos, fuertes, capaces. O
al menos eso parece pues en este mierdero todos son tan astutos como zorros o
fieros como lobos, rodeado de violencia desde siempre.
Nunca había conocido algo como la paz o la calma.
Siempre corriendo de un lado a otro, cuidando siempre mi
quijada y mi bolsillo.
Y eso era normal, el día a día en la jungla de concreto en
donde las voces de la gente, las sirenas de patrullas y ambulancias que se
apresuran a llegar a la es espesa niebla de euforia que causan las personas
cuando ven a otro perro muerto en el asfalto con agujeros de bala por todo el
cuerpo, o la carne, la sangre y los dientes esparcidos por el suelo gracias a
un ajuste de cuentas entre unos cabrones que no podían verse ni en pintura.
Escrito por: Leopoldo Ruiz
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